HUMILDAD
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LA HUMILDAD, RAÍZ DE LA VIDA ESPIRITUAL
Lo decisivo en a vida espiritual no es tanto "buscar a DIOS", porque hay maneras de buscarlo
que son provocaciones (cf Sab1,2) cuando el ponerse en una actitud tal que se pueda esperar
encontrarlo sin tener que buscarlo, porque es Él quien toma la iniciativa del encuentro, el que nos
busca y que a su debido tiempo se manifestará a nosotros: "ME HE HECHO ENCONTRADIZO DE
QUIENES NO PREGUNTABAN POR MÍ; SALÍ AL ENCUENTRO DE LOS QUE NO ME
BUSCABAN (IS 65; ROM 10, 20-21)", "NO ME BUSCARÍAS, SI NO ME HUBIERAS
ENCONTRADO" (PASCAL). "QUIEN SE VUELVE AHACIA ORIENTE ESPERANDO A SU DIOS,
EN ÉL, MUY PRONTO, SE ELEVARÁ LA AURORA DE LA GRACIA" (ANGELUS SILESIUS).
El camino más seguro para el encuentro con DIOS y para esa forma de experiencia que
llamamos contemplación es la actitud teologal, actitud que resumimos con la expresión "fe-
esperanza-caridad", lo que Teresa llama "amor-desasimiento-humildad" (CV 4,4), virtudes que
"andan siempre juntas" (CV 10,3) y que "son necesarias tener las (personas) que pretenden llevar
camino de oración", de manera que "es imposible, si no las tienen, ser muy contemplativas, y, cuando
pensaren lo son, están muy engañadas" (CV 4,3). Sobre este fundamento teologal de las
virtudes Teresa insiste machaconamente "Direís hijas mías que este es el engaño que todo
traemos, que en llegandose uno un rato cada día a pensar sus pecados (que está obligado a ello si
es cristiano de más que nombre), luego dicen muy contemplativos, y luego le quieren con tan
grandes virtudes como está obligado a tener el muy contemplativo" (CE 24 3-4)
Veamos entonces, en que consiste la humildad, ya que con frecuencia nos hacemos una idea
falsa al concebirla como algo que nos rebaja, cuando es todo lo contrario, nos aporta la verdadera
grandeza que en vano buscamos fuera de DIOS, pues no hay nada más elevado que estar ante DIOS
y con ÉL. Quién se ha descubierto a sí mismo ante DIOS, ha descubierto también que sólo ahí estaba
el lugar donde uno puede conocerse íntegramente, en medio de una luz que nos deja desnudos
como nunca antes lo habíamos estado, y a la vez nos cubre de misericordia como nunca antes
nadie lo había hecho. No somos humildes más que cuando nos encontramos con DIOS, y DIOS
únicamente puede encontrarnos cuando somos humildes.
Teresa nos dice que la humildad es, ante todo, una virtud teologal, que se refiere directamente a
DIOS, y que por ella podemos conocernos como Dios nos conoce. No son, por tanto, las actitudes
artificiales: los encogimientos, las cobardías, los espíritus ñoños, la melancolía. Todo eso lo
desenmascaró Teresa como "almas cobardes con amparo de la humildad" (V 13,2). "por eso digo
hijas, que pongamos los ojos en Cristo, nuestro bien, y allí deprenderemos la verdadera humildad,
y ennoblecerse ha el entendimiento y no hará el propio conocimiento ratero y cobarde" (1M 2,11).
"Porque en otra parte dije mucho del daño que nos hace no entender bien esto de la humildad y
propio conocimiento no os digo más aquí, aunque es lo más que nos importa" (1M 2,13).
San francisco de Sales insistía en el vínculo indisoluble entre humildad y generosidad: "Estas
dos virtudes, humildad y generosidad, están tan juntas y van tan unidas la una a la otra que no
pueden separarse. Pues a humildad que no entrañe generosidad es indudablemente falsa. La
verdadera humildad, después de haber dicho: "yo por mí no puedo hacer nada, nada soy", cede el
puesto a la generosidad, que dice: "Yo lo puedo todo, pues pongo toda mi confianza en DIOS que lo
puede todo". La una es la verdad de la otra.
La humildad es la lucidez propia del amor, es lo que hace que un bien sea un bien: un amor sin
humildad no ama de verdad; una esperanza sin humildad no es sino presunción, capaz de
tornarse en desaliento ante la mínima prueba; un perdón sin humildad no es más que otra vuelta
en el circulo de la venganza, y así con todo. Más que una virtud, la humildad es la esencia, la
la verdad de todas ellas, por eso "es la principal y las abraza a todas, (CV4,4 CE 24,2). "la reina de
las virtudes -decía Simone Weil, porque la humildad es la negativa a existir fuera de Dios". Y
de ahí el contundente principio teresiano: "espíritu que no vaya comenzando en verdad, yo más le
querría sin oración".
Así como los dones de DIOS no se pueden hacer reservas, también a veces suele ocurrir que
desaparecen las virtudes que creíamos haber conseguido, lo cual no deja de ser una providencia
de DIOS para no apropiarnos de sus dones y ejercitar así la humildad que desaloja de nosotros
todo sentimiento de autocomplacencia y nosprotege contra el peligro de la presunción y de la
temeridad, tanto más que nuestra fortaleza está sometida a grandes oscilaciones. Teresa hablando
de sí misma, se lo recordaba a sus monjas:
"A donde el demonio puede hacer gran daño sin entenderle, es haciéndonos creer
que tenemos virtudes no teniéndolas, que esto es pestilencia. Porque en los gustos y
regalos parece que sólo que recibimos y quedamos más obligados a servir; acá
parece que damos y servimos y que está el Señor obligado a pagar, y así poco a poco
hace mucho daño. Que por una parte enflaquece la humildad, por otra
nos descuidamos de buscar aquella virtud, que nos parece ya ganada.
Pues ¿que remedio hermanas? El que a mí me parece mejor es lo que nos enseña
nuestro Maestro : oración y súplica al Padre Eterno que no permita que andemos en
tentación. También os quiero decir otro alguno: que, si nos parece el Señor ya nos la
ha dado, entendamos que es bien recibido y que nos le puede tornar a quitar, como a
la verdad, acaece muchas veces y no sin gran providencia de DIOS. ¿Nunca lo habéis
visto por vosotras, hermanas? Pues yo sí: unas veces me parece que estoy muy
desasida, y en hecho de verdad, venido a prueba, lo estoy; otra vez me hallo tan
asida y de venturas que el día de antes burlara yo de ello, que casi no me
conozco. Otras veces me parece que tengo mucho ánimo y que a cosa que fuere servir
a Dios no volvería el rostro; y probado, es así que le tengo para algunas; otro día viene
que no me hallo con él para matar a una hormiga por DIOS si en ello hallase
contradicción. Así, unas veces me parece que lo que murmurasen ni dijesen de mí no
se me da nada; probado, algunas veces es así, que antes me da contento; vienen días
que sólo una palabra me aflige y querría irme del mundo, porque me cansa todo.
y en esto, no soy yo sola, en muchas personas mejores que yo sé que pasa así"
En definitiva, que la verdadera espiritualidad no consiste en gozar siempre de DIOS, sino en caminar
humildes en su presencia, a donde y como ÉL quiera conducirnos.
Padre Salvador Ros
Sobre TERESA DE ÁVILA
LA HUMILDAD, RAÍZ DE LA VIDA ESPIRITUAL
Lo decisivo en a vida espiritual no es tanto "buscar a DIOS", porque hay maneras de buscarlo
que son provocaciones (cf Sab1,2) cuando el ponerse en una actitud tal que se pueda esperar
encontrarlo sin tener que buscarlo, porque es Él quien toma la iniciativa del encuentro, el que nos
busca y que a su debido tiempo se manifestará a nosotros: "ME HE HECHO ENCONTRADIZO DE
QUIENES NO PREGUNTABAN POR MÍ; SALÍ AL ENCUENTRO DE LOS QUE NO ME
BUSCABAN (IS 65; ROM 10, 20-21)", "NO ME BUSCARÍAS, SI NO ME HUBIERAS
ENCONTRADO" (PASCAL). "QUIEN SE VUELVE AHACIA ORIENTE ESPERANDO A SU DIOS,
EN ÉL, MUY PRONTO, SE ELEVARÁ LA AURORA DE LA GRACIA" (ANGELUS SILESIUS).
El camino más seguro para el encuentro con DIOS y para esa forma de experiencia que
llamamos contemplación es la actitud teologal, actitud que resumimos con la expresión "fe-
esperanza-caridad", lo que Teresa llama "amor-desasimiento-humildad" (CV 4,4), virtudes que
"andan siempre juntas" (CV 10,3) y que "son necesarias tener las (personas) que pretenden llevar
camino de oración", de manera que "es imposible, si no las tienen, ser muy contemplativas, y, cuando
pensaren lo son, están muy engañadas" (CV 4,3). Sobre este fundamento teologal de las
virtudes Teresa insiste machaconamente "Direís hijas mías que este es el engaño que todo
traemos, que en llegandose uno un rato cada día a pensar sus pecados (que está obligado a ello si
es cristiano de más que nombre), luego dicen muy contemplativos, y luego le quieren con tan
grandes virtudes como está obligado a tener el muy contemplativo" (CE 24 3-4)
Veamos entonces, en que consiste la humildad, ya que con frecuencia nos hacemos una idea
falsa al concebirla como algo que nos rebaja, cuando es todo lo contrario, nos aporta la verdadera
grandeza que en vano buscamos fuera de DIOS, pues no hay nada más elevado que estar ante DIOS
y con ÉL. Quién se ha descubierto a sí mismo ante DIOS, ha descubierto también que sólo ahí estaba
el lugar donde uno puede conocerse íntegramente, en medio de una luz que nos deja desnudos
como nunca antes lo habíamos estado, y a la vez nos cubre de misericordia como nunca antes
nadie lo había hecho. No somos humildes más que cuando nos encontramos con DIOS, y DIOS
únicamente puede encontrarnos cuando somos humildes.
Teresa nos dice que la humildad es, ante todo, una virtud teologal, que se refiere directamente a
DIOS, y que por ella podemos conocernos como Dios nos conoce. No son, por tanto, las actitudes
artificiales: los encogimientos, las cobardías, los espíritus ñoños, la melancolía. Todo eso lo
desenmascaró Teresa como "almas cobardes con amparo de la humildad" (V 13,2). "por eso digo
hijas, que pongamos los ojos en Cristo, nuestro bien, y allí deprenderemos la verdadera humildad,
y ennoblecerse ha el entendimiento y no hará el propio conocimiento ratero y cobarde" (1M 2,11).
"Porque en otra parte dije mucho del daño que nos hace no entender bien esto de la humildad y
propio conocimiento no os digo más aquí, aunque es lo más que nos importa" (1M 2,13).
San francisco de Sales insistía en el vínculo indisoluble entre humildad y generosidad: "Estas
dos virtudes, humildad y generosidad, están tan juntas y van tan unidas la una a la otra que no
pueden separarse. Pues a humildad que no entrañe generosidad es indudablemente falsa. La
verdadera humildad, después de haber dicho: "yo por mí no puedo hacer nada, nada soy", cede el
puesto a la generosidad, que dice: "Yo lo puedo todo, pues pongo toda mi confianza en DIOS que lo
puede todo". La una es la verdad de la otra.
La humildad es la lucidez propia del amor, es lo que hace que un bien sea un bien: un amor sin
humildad no ama de verdad; una esperanza sin humildad no es sino presunción, capaz de
tornarse en desaliento ante la mínima prueba; un perdón sin humildad no es más que otra vuelta
en el circulo de la venganza, y así con todo. Más que una virtud, la humildad es la esencia, la
la verdad de todas ellas, por eso "es la principal y las abraza a todas, (CV4,4 CE 24,2). "la reina de
las virtudes -decía Simone Weil, porque la humildad es la negativa a existir fuera de Dios". Y
de ahí el contundente principio teresiano: "espíritu que no vaya comenzando en verdad, yo más le
querría sin oración".
Así como los dones de DIOS no se pueden hacer reservas, también a veces suele ocurrir que
desaparecen las virtudes que creíamos haber conseguido, lo cual no deja de ser una providencia
de DIOS para no apropiarnos de sus dones y ejercitar así la humildad que desaloja de nosotros
todo sentimiento de autocomplacencia y nosprotege contra el peligro de la presunción y de la
temeridad, tanto más que nuestra fortaleza está sometida a grandes oscilaciones. Teresa hablando
de sí misma, se lo recordaba a sus monjas:
"A donde el demonio puede hacer gran daño sin entenderle, es haciéndonos creer
que tenemos virtudes no teniéndolas, que esto es pestilencia. Porque en los gustos y
regalos parece que sólo que recibimos y quedamos más obligados a servir; acá
parece que damos y servimos y que está el Señor obligado a pagar, y así poco a poco
hace mucho daño. Que por una parte enflaquece la humildad, por otra
nos descuidamos de buscar aquella virtud, que nos parece ya ganada.
Pues ¿que remedio hermanas? El que a mí me parece mejor es lo que nos enseña
nuestro Maestro : oración y súplica al Padre Eterno que no permita que andemos en
tentación. También os quiero decir otro alguno: que, si nos parece el Señor ya nos la
ha dado, entendamos que es bien recibido y que nos le puede tornar a quitar, como a
la verdad, acaece muchas veces y no sin gran providencia de DIOS. ¿Nunca lo habéis
visto por vosotras, hermanas? Pues yo sí: unas veces me parece que estoy muy
desasida, y en hecho de verdad, venido a prueba, lo estoy; otra vez me hallo tan
asida y de venturas que el día de antes burlara yo de ello, que casi no me
conozco. Otras veces me parece que tengo mucho ánimo y que a cosa que fuere servir
a Dios no volvería el rostro; y probado, es así que le tengo para algunas; otro día viene
que no me hallo con él para matar a una hormiga por DIOS si en ello hallase
contradicción. Así, unas veces me parece que lo que murmurasen ni dijesen de mí no
se me da nada; probado, algunas veces es así, que antes me da contento; vienen días
que sólo una palabra me aflige y querría irme del mundo, porque me cansa todo.
y en esto, no soy yo sola, en muchas personas mejores que yo sé que pasa así"
En definitiva, que la verdadera espiritualidad no consiste en gozar siempre de DIOS, sino en caminar
humildes en su presencia, a donde y como ÉL quiera conducirnos.
Padre Salvador Ros
Sobre TERESA DE ÁVILA
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