SOLEMNIDAD DE LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR



                                       LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por DIOS a una ciudad de galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre José de estirpe de David: la virgen se llamaba María, el Ángel le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" ella se turbó y se pregunto que saludo era aquel. El Ángel dijo: "No temas María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre JESÚS. Será grande, será llamado Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin...
María contestó: " Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Y la dejó el ángel.
Hebreos 10 4:10.

Dios Padre entregó su unigénito al mundo solamente por medio de María. Por más suspiros que hayan exhalado los patriarcas, por más ruegos que hayan elevado profetas y santos de la antigua ley a fin de obtener dicho tesoro, solamente María lo ha merecido y ha hallado gracia delante de Dios por la fuerza de su plegaria y la elevación de sus virtudes. El Padre lo entregó a María para que el mundo lo recibiera por medio de ella.

Jesucristo es hoy, como siempre hijo de María. El cielo y la tierra lo repiten constantemente: "Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús".

San Agustín, afirmaba que todos estamos ocultos mientras vivimos en este mundo, en el seno de la Santísima virgen, donde esta bondadosa Madre nos protege , alimente y nos hace crecer...hasta que nos da a luz para la gloria después de la muerte, que es a decir verdad el día de nuestro nacimiento.

Honremos a la Santísima Virgen porque es necesario para nuestra salvación, y para los llamados a una perfección excepcional.
Creo personalmente que nadie puede llegar a una intima unión con Nuestro Señor y a una fidelidad perfecta al Espíritu Santo sin una unión muy estrecha con la santísima Virgen y una verdadera dependencia de su socorro.

Así lo reveló Dios a San Vicente Ferrer, la ciudad a la que acudirán los hombres al fin del mundo para convertirse y saciar su hambre de justicia es la Santísima Virgen María, a quien el Espíritu Santo llama Morada y Ciudad de Dios.

Que feliz me siento Madre, de tu SÍ, que cambió el mundo, eres ejemplo de como debemos mostrarnos ante la voluntad del Padre. De como asumir nuestras tareas, eres ejemplo de entrega y humildad, esperando siempre lo mejor de tus hijos. 
Por tus manos pasan todas nuestras plegarias y eres tu quien habla con Jesús para interceder por nuestro bien.
Por eso te amamos y te damos gracias, gracias por bendecirnos y amarnos.


Alejandrina Acosta Jaspe

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