Mi Testimonio

MI TESTIMONIO

Un lunes en la mañana muy temprano, después de dejar a nuestra hija mayor Carolina en la Universidad, volvía a casa para que mi esposo Juan Miguel y nuestros menores hijos Daniel y Gabriela, comenzaran también su rutina escolar. Al llegar a nuestra casa mi esposo salió a recibirme y en ese momento fuimos interceptados por ocho (8) hombres fuertemente armados.
Al cruzar el umbral de mi hogar lo primero que hice fue invocar a Nuestro Señor. dije:

“Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío”

Y me abrí con la confianza absoluta a lo que llaman “UN SALTO DE FE” de que La Santísima Trinidad tomaría la dirección de ese día y sus acontecimientos.
Los segundos se hicieron minutos, los minutos horas y las horas eternidad.
En algún momento nos subieron a nuestra habitación, donde nos humillaron, nos vejaron, nos redujeron… nos amordazaron, nos ataron de pies y manos. Nos tiraron en el suelo mientras observaba que uno de los secuestradores se paró frente a la Biblia que tenía en la mesa de la entrada de mi habitación, siempre en el Salmo 91, la hojeo varias veces, pasaba las hojas como buscando algo. Nos cubrieron las cabezas con las almohadas para ejecutarnos. La última persona que vi fue a mi Gabriela y le dije: Reza hija, reza. Recuerdo que empece muchas veces el Padre Nuestro, lo repetía una y otra vez, Padre Nuestro, Padre Nuestro, Padre Nuestro, pero no podía terminar uno.

En mi mente, mi alma y mi cuerpo solo respondía a la entrega absoluta al Señor.
Mi casa quedaba en lo alto de una montaña, estaba rodeada de árboles y era normal oír el canto incesante de los pájaros.

En algún momento mientras esperaba la ejecución….algo más grande se hizo presente. El tiempo pareció detenerse, los pájaros no cantaron, se hizo una calma, un absoluto silencio más allá de algo conocido, era como la “nada” pero lleno de algo que no conocíamos y de repente…. cerraron la puerta de la entrada y se marcharon.

Cuando nos estábamos recuperando, conversamos sobre “esa” experiencia y Todos concluimos que en efecto habíamos vivido una presencia de Dios.
Fuimos a una misa esa noche, un amigo de nuestro hijo Daniel mandó hacer una misa de acción de Gracias…. No recuerdo mucho, lo cierto que cuando entonaron el Santo, Santo, Santo, rompí en llanto imposible de contener. Estaba otra vez delante de su Presencia y no sabía, no podía como más rendirme a ÉL, a ÉL SEÑOR.

Más tarde hablando con los Padre Vicente Mancini y el Padre Gerardo Tardif me comentaron que esa experiencia era el Dedo de Dios.

Normalmente nos MAL referimos a las tormentas, ventiscas, terremotos, como el Dedo de Dios.

El Dedo de Dios, no destruye, porque su naturaleza es el AMOR.
He aquí que estudié con SEMBRADORES y el Padre Tardif y fui servidora durante varios años con el Padre Vicente Mancini, ahora vengo a hacer mi pequeño apostolado en esta pare del mundo, para alabar el Nombre de DIOS mientras viva.

Ya he perdonado a las persona que nos hicieron daño, a los que se burlaron de nuestra desgracia. Ahora casi no lloro cuando cuento la historia. Espero que todos los involucrados tengan ese encuentro con DIOS como yo y mi familia.
Me puedes seguir también en mi blog.

Apostolado Sangre de Cristo y en Facebook, ya somos más de 460.000 personas alcanzadas, espero que te unas en oración a nuestra comunidad.

En Amor y la paz que sólo Cristo nos da

Dios te bendiga y la Virgencita te guarde te proteja,

Amén.

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