SÁBADO SANTO DE LA SEPULTURA DEL SEÑOR.



                 SÁBADO SANTO DE LA SEPULTURA DEL SEÑOR

JESÚS permite que el mal se ensañe con ÉL y lo carga sobre si para vencerlo. Su Pasión no es un accidente, estaba escrito. Es un misterio desconcertante.

En este día, aún quedan ecos de la tarde cruenta del viernes, queda sin respuesta tu grito desgarrador:

"ELOÍ, ELOÍ, LAMMÍ SABACTI",  DIOS MIO, DIOS MIO...

¿PORQUÉ ME HAS ABANDONADO?

Queda la esperanza, y pronto sabremos que nunca nos abandona.

En este día recordamos especialmente a la Virgen María, "vuelve a nosotros esos sus ojos misericordiosos". Me quedo con tu madre que desde la cruz me distes como madre nuestra.

No hay Eucaristía en señal de espera. Los reunidos en tu iglesia nos detenemos ante el sepulcro del Señor crucificado y esperamos su Resurrección.

Celebramos hora a hora, con la Liturgia de las Horas, el reposo de CRISTO en el sepulcro y su descanso en el lugar de los muertos, para abrir a los hombres el camino de la Salvación.

Mientras esperamos la resurrección se está dando el sueño de CRISTO en los brazos del PADRE.  CRISTO en su infinita misericordia, ha abrazado el trágico destino del hombre en su muerte; ha permanecido en ella y "en la esperanza reposa su carne".

En el momento que todo parece perdido, en el momento de dolor más grande, en el que muchos de nosotros nos sentimos como bajando de la cruz, es el momento más cercano a la resurrección. La noche se hace más oscura precisamente ante que comience la LUZ. En el momento más oscuro interviene DIOS y resucita.

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